Tras años de investigación y de superación de exigentes requisitos legales, los plaguicidas naturales se alzan como una apuesta segura. El camino es largo y, quizás, demasiado burocrático; pero también es exigente y exhaustivo en el cumplimiento de unos requisitos que no todos los fitosanitarios llegan a superar. Precisamente esta dificultad es la que otorga mayor solvencia a aquellos que alcanzan el final del trayecto, su registro, y más si se trata de biopesticidas. Es el caso de formulados naturales altamente tecnificados como NAKAR o PIRECRIS, de Seipasa, una empresa marcada por su actividad en I+D+i y que no cesa de brindar soluciones cada vez más cercanas a los problemas del agricultor. En este trayecto se sitúan sus últimas investigaciones en torno al control de oídio con un formulado 100% natural que ha demostrado unos niveles de eficacia que superan incluso las expectativas.
Eficacia y seguridad quedan más que patentes tras la dura carrera de obstáculos regulatorios (identificación, caracterización, toxicología, ecotoxicología, residuos…) a la que son sometidos los biopesticidas en la normativa europea, hasta el punto de equipararlos a los tratamientos químicos en estos procesos.
No en balde, el procedimiento para la aprobación de sustancias y, posteriormente, del formulado correspondiente, puede llegar a prologarse hasta casi una década. “Los plazos para registrar un fitosanitario han llegado a alcanzar los cinco y seis años”, según datos de AEPLA, a lo que hay que sumar el periodo previo de investigación y desarrollo del producto.
Es por ello que conseguir el registro supone un reconocimiento a un trabajo bien hecho y una garantía para el agricultor, ahora más que nunca, en un contexto en el que se han ido prohibiendo cada vez más sustancias activas por cuestiones de seguridad alimentaria y medioambiental.
Biopesticidas e I+D+i
Los avances en I+D+i se hacen pues altamente trascendentales ante este reto, especialmente en la creación de tratamientos naturales, cuyo diseño y formulación requiere mayor conocimiento y técnica que en el caso de los sintéticos para lograr una eficacia equivalente y un mejor comportamiento en campo.
Es el caso de biopesticidas como NAKAR y PIRECRIS, de Seipasa, que han superado con éxito el exigente recorrido hacia el registro. En un marco en el que los agricultores encuentran cada vez menos soluciones disponibles, esto supone un gran apoyo en la lucha contra las plagas. La compatibilidad con el control biológico y la ausencia de residuos convierte a este tipo de tratamientos en herramienta indispensable en la Gestión Integrada de Plagas (GIP).
Biofungicidas de última generación
En este trayecto se sitúan también las últimas investigaciones de Seipasa en torno al control de oídio en frutales con una solución 100% natural que ha demostrado unos niveles de eficacia que superan incluso las expectativas.
Tal como manifiestan los resultados de un reciente ensayo desarrollado en Cieza (Murcia) por Estudios de Innovaciones Agrícolas GOES, en melocotón, los formulados de Seipasa (MECA y ECCA) consiguen un control de oídio equiparable en todo momento al programa químico.
Según detalló el director del centro, Rafael Pérez, en una jornada técnica en la que se presentaron los resultados del ensayo de eficacia, los formulados MECA y ECCA, en aplicación foliar, “han conseguido reducir y controlar los daños de Sphaerotheca Pannosa Wallsr en melocotón al aire libre”. Se concluye de este estudio que los programas de tratamientos de Seipasa demuestran un excelente control de daños de oídio en melocotón tanto en frutos como en hojas.
Por su parte, el director del Departamento Técnico de SEIPASA, Xavier Nácher, explicó las propiedades y ventajas del uso de estos productos, así como las claves para su inclusión en las estrategias de GIP. Tal como explicó, se trata de un formulado con un fuerte efecto erradicante: “Inhibe el desarrollo del micelio -aparato vegetativo de los hongos que le sirve para nutrirse- y evita la colonización y penetración de éste en el tejido de la planta”. Con ello se consigue secar las manchas, cortar la esporulación, controlar la propagación y erradicar la enfermedad, precisó Nácher.
También estuvo presente en el encuentro Ana Mª Ortega Gea, Profesora del Departamento de Producción Vegetal y Microbiología de la Escuela Politécnica Superior de Orihuela, especializada en Diagnóstico de Hongos Fitopatógenos, quien incidió en la importancia y la epidemiología de esta enfermedad.