Bioestimulante radicular en el cultivo de hortalizas en primavera
La aplicación de un bioestimulante radicular en el cultivo de hortalizas para un potente desarrollo es un factor fundamental para asegurar un óptimo rendimiento de la cosecha. Los cultivos tienen que hacer frente a multitud de situaciones desfavorables para su rendimiento óptimo. Junto con las plagas y enfermedades, en el contexto de cambio climático en el que vivimos, cada vez más los estreses ambientales tienen mayor brusquedad y merman las producciones, tanto en calidad como en cualidad. Así, la regulación del crecimiento de las plantas es un factor altamente importante, que va a marcar la productividad de nuestros cultivos.
Un arranque potente siempre es sinónimo de cosecha segura. Por ello, los tratamientos que se aplican en las primeras fases del cultivo juegan un papel esencial en el desarrollo posterior. Con el calendario bien adentrado en el mes de mayo, las últimas heladas de la primavera ya han quedado atrás. Las semanas que llegan por delante desembocarán en el verano.
Así, empiezan a hacerse habituales los días calurosos y con muchas horas de sol, lo que dibuja un escenario propicio para obtener el máximo rendimiento en cultivos de verano, como tomate, pimiento, berenjena, melón o sandía.
El cultivo de hortalizas en primavera ha comenzado en los meses de invierno con la preparación de los semilleros. Más adelante, llegada la primavera, se procede al trasplante en campo.
En las regiones más meridionales como Almería, este calendario se altera cuando se trata de plantaciones de invernadero. Los semilleros se ponen a punto en julio, y el trasplante se retrasa hasta los meses de agosto-septiembre.
En cualquiera de los casos, la primera fase de campo aconseja la aplicación de un bioestimulante radicular en el cultivo de hortalizas en primavera. Su uso potencia el desarrollo de raíces amplias, densas y ramificadas en la planta.
Un mejor desarrollo vegetativo se traduce en cultivos más tolerantes a las condiciones ambientales más desfavorables y con mayor capacidad para resistir la entrada de enfermedades. Asimismo, posibilita una mejor absorción de nutrientes, por lo que además de conseguir mejores rendimientos (y tener menos mermas), la calidad de la cosecha será superior.
Bioestimulante radicular: crecimiento y captación de nutrientes
Seiland es un bioestimulante radicular ideal para su aplicación en el momento del trasplante dentro de la primera fase de cultivo en campo. La solución desarrollada por Seipasa contiene una mezcla de microorganismos que coloniza el nicho ecológico de las raíces y crea una barrera biológica beneficiosa para el cultivo.
Seiland posee un alto contenido en materia orgánica. Aporta carbono y nitrógeno al suelo, elementos necesarios para la instalación y desarrollo de los microorganismos. Su acción permite colonizar el área de la raíz de la planta para protegerla del ataque de patógenos.
De esta manera, los microorganismos de Seiland aportan a la planta sustancias que activan los mecanismos de defensa, además de elementos y sustancias beneficiosas para su desarrollo. La aplicación de Seiland también permite estimular la actividad de la flora microbiana propia del suelo. Por todo ello, los nutrientes están más accesibles para las plantas, lo que permite un uso más eficiente de los fertilizantes.
La aplicación de un bioestimulante radicular en el cultivo de hortalizas en primavera es especialmente visible ya desde las primeras fases del cultivo. Este proceso ayuda a un correcto desarrollo vegetativo y a que éste sea capaz de completar su ciclo de manera correcta, es decir sin verse condicionado por los diferentes estreses en las fases iniciales, que es cuando nuestros cultivos son más vulnerables.