El registro fitosanitario y su papel en el nuevo modelo de agricultura
En 1950 se estimaba que la población mundial era de 2.600 millones de personas. 30 años después, esa cifra alcanzó los 4.400 millones de personas, según las cifras de Naciones Unidas. En aquel momento inmediatamente posterior a la Segunda Guerra Mundial, el objetivo pasaba por maximizar la producción para alimentar a una población mundial en continuo crecimiento y, para ello, el sector químico y farmacéutico aportaron las mejores herramientas disponibles.
Hace 40 años apenas existía concienciación acerca de los efectos demoledores del cambio climático sobre nuestro modelo de vida, pero la realidad a la que nos enfrentamos hoy nada tiene que ver con el modelo que creció y se expandió al calor del desarrollo industrial de la segunda mitad del S. XX.
La Organización de las Naciones Unidas para la Alimentación (FAO) estima que la población mundial aumentará en un 39% en las próximas décadas hasta superar los 9.100 millones en 2050. Para poder hacer frente a este crecimiento, la producción agrícola mundial tendría que aumentar en un 60%. La amenaza real y documentada del cambio climático sobre el futuro social, medioambiental y económico del planeta coloca la sostenibilidad, la racionalidad y el respeto al medio ambiente en el centro de ese nuevo modelo productivo agrícola.
El reto de la nueva agricultura pasa por la producción de alimentos en unas condiciones óptimas y rentables de calidad, cantidad y costes, además de generar un impacto mínimo sobre el medio ambiente. Hace años que apareció una respuesta a ese reto y hoy en día es una tendencia en continuo crecimiento global. Podemos llamarlo eco-, green, orgánico, ecológico… pero todas estas etiquetas desembocan en el mismo concepto.
En este nuevo escenario, todo el sector dedicado a la producción de alimentos y su industria auxiliar intenta acercarse y hacer suyo el concepto de sostenibilidad. Todos intentan ser verdes, en sus diferentes acepciones, lo que convierte este concepto casi en un commodity, con el consiguiente riesgo real de su reducción de valor en el mercado.
La clave para salir de este panel indiferenciado y sin apenas matices distinguibles pasa por el empoderamiento de la legislación en el registro de productos fitosanitarios. En un marco normativo cada vez más estricto, el registro fitosanitario es una garantía de calidad para la producción segura de alimentos, y las empresas que apuestan por esta vía también deberían contar con un reconocimiento especial ante los ojos del mercado.
El registro fitosanitario: ante un marco cada vez más estricto
En Europa, el Reglamento 1107/2009 sobre productos fitosanitarios es el encargado de regular su uso y comercialización. Este Reglamento, evolución de las normativas anteriores, apuesta por una revisión de las materias activas y avanza hacia la eliminación de aquellas que presentan un mayor componente toxicológico y de impacto negativo para la salud de las personas, el medio ambiente y las especies animales.
Actualmente, en la Unión Europea existen 479 sustancias activas para la protección de los cultivos. No obstante, y a partir de la revisión de las materias activas incluidas en el Reglamento, esa cifra se irá reduciendo de forma progresiva. El marco regulatorio y la dirección política de la UE son cada vez más estrictos. Se han prohibido o se van a prohibir diferentes materias activas que dan origen a diferentes productos fitosanitarios de síntesis química. Asimismo, sobre las materias activas existentes, se van a restringir los usos autorizados.
Hace apenas un año, la UE prohibió el uso de tres insecticidas neonicotinoides empleados en cultivos al aire libre por el riesgo que representaban para las abejas. Parte de la industria reaccionó advirtiendo de la falta de alternativas viables para los agricultores a estos tres insecticidas. El movimiento conduce a la desaparición paulatina de una serie de herramientas de las que disponían los agricultores para el control de plagas y enfermedades, por lo que la agricultura necesita nuevas soluciones capaces de sostener el modelo actual, sometido a la máxima exigencia de producción, pero bajo criterios mucho más restrictivos.
El registro fitosanitario y la apuesta global de Seipasa
En esta difícil coyuntura para la agricultura emerge la experiencia de empresas como Seipasa que, a partir de su especialización y larga experiencia en el desarrollo y fabricación de soluciones botánicas y microbiológicas para el control de plagas y enfermedades, ha tenido la visión de anticiparse a este nuevo paradigma de la agricultura.
En este escenario de desaparición progresiva de materias activas, Seipasa acumula 15 años de experiencia en registros fitosanitarios. La compañía ha trabajado para poner en el mercado soluciones biopesticidas con registro fitosanitario en cada país y mercado donde está presente para que, siendo igualmente eficaces que los productos fitosanitarios de síntesis química, cumplan con este nuevo marco normativo en sus implicaciones hacia el respeto del medio ambiente y la sociedad.
El mencionado Reglamento 1107/2009 define el concepto low risk como aquella sustancia que no implica riesgo para el medio ambiente ni para la salud humana. Seipasa ha desarrollado este concepto para poner en el mercado soluciones low risk avaladas por ensayos que confirman que su aplicación sobre los cultivos no es perjudicial sobre especies indicadoras del medio ambiente como artrópodos no objetivo, lombrices, peces…
La visión acerca de la conveniencia y la oportunidad de estas soluciones es compartida por las autoridades comunitarias, con las que Seipasa ha llevado a cabo encuentros institucionales en reuniones oficiales y foros especializados del sector. En este sentido, todos los actores implicados coinciden en el papel clave de estos productos en el nuevo modelo de agricultura y en la necesidad de facilitar su incorporación al mercado.
Seipasa dispone de registros fitosanitarios en productos biopesticidas a nivel global en países como Estados Unidos, México, Colombia, Perú, Marruecos, Costa de Marfil, España, Italia, Francia, Portugal o Reino Unido, entre otros. Esto implica poner en el mercado soluciones adaptadas a las necesidades de cada zona, y autorizadas para su comercialización por parte de los organismos oficiales de cada país según los cultivos, plagas y enfermedades a los que se enfoca cada producto.
Un proceso largo y complejo
El registro fitosanitario es algo complejo, en primer lugar, por los recursos necesarios en términos de personal especializado, tiempo y dinero. Hablamos de procesos que se pueden alargar entre 8 y 10 años en el tiempo y que requieren de inversiones millonarias para hacer frente a todo lo relacionado con la identificación de la sustancia activa, aseguramiento, formulación, preparación de los dosieres y ejecución de todos los ensayos de eficacia necesarios. Se trata de inversiones que solo acometen unos pocos actores de la industria de crop protection.
La estrategia de expansión internacional de Seipasa está basada en el crecimiento a partir de la obtención de registros fitosanitarios de productos bioinsecticidas y biofungicidas de origen botánico y microbiológico que solucionen los principales problemas de los cultivos, y que tiene un mayor impacto económico en los productores.
La dificultad en el proceso del registro fitosanitario también reside en la falta de armonización de los requisitos, que se traduce en largas demoras e inversiones más elevadas ante la multiplicación de requerimientos entre un país y otro.
Así, nos encontramos en un entorno que, en la práctica, complica la posibilidad de que los agricultores cuenten con nuevas herramientas en el corto plazo. Además, la demora en los tiempos acaba por encarecer los procesos de obtención final del registro. El objetivo pasa por avanzar hacia un mercado mucho más armonizado y capaz de unificar los diferentes criterios de registro internacional, con mayor especialización de los fabricantes, así como un mayor intercambio de conocimiento y coordinación entre las autoridades responsables de autorizar el uso de los biopesticidas.