Hortalizas de hoja: cicatrización de heridas e incremento de la producción
Detalle en cultivo de rúcula
De la cosecha a la mesa. Así de rápidos son los ciclos de producción en las hortalizas de hoja. Aunque existen diferencias en función del cultivo y de la variedad, hablamos de procesos en que apenas hay margen de tiempo entre la recolección de las hojas o brotes y su puesta en el mercado para iniciar la comercialización. En las grandes zonas de producción hortícola, como sucede en Murcia o Almería en el caso de España, buena parte de esta producción de hortalizas de hoja suele concentrarse en estos meses de otoño e invierno.
Tras esa primera sesión de corte, siempre que se hayan aplicado las medidas adecuadas en cuanto a la altura y la intensidad, las hortalizas de hoja se regeneran y se preparan para un segundo corte que puede tener lugar unos pocos días o semanas después.
Estamos, por tanto, ante ciclos muy rápidos entre la brotación, el corte, la regeneración y el siguiente corte. En el centro de todo tenemos a la planta, que sufre el estrés propio de la recolección y de las heridas que hayan podido producirse, tanto si la cosecha es mecanizada como manual.
En el caso de las hojas de espinaca que se dirigen al mercado procesado, estamos hablando de ciclos que duran entre un mes y un mes y medio a partir de la siembra. Tras una primera cosecha, las hojas vuelven a crecer para dar lugar a un segundo corte. Si nos detenemos en el ejemplo de la rúcula, los ciclos son todavía más cortos. Esto, unido a la buena capacidad de la planta para rebrotar, deja cierto margen de maniobra para que se puedan realizar varios cortes antes de desechar el cultivo.
En esta clase de hortalizas de hoja es muy recomendable la aplicación de tratamientos que no solo ayuden al cultivo a recuperar los tejidos dañados por el corte de la recolección, sino que también sean capaces de aportar la energía que la planta necesita para encarar el siguiente ciclo.
Impulso del desarrollo vegetativo
Bryosei es un bioestimulante diseñado por Seipasa para impulsar el desarrollo vegetativo y regenerar los tejidos vegetales. Aplicado en el momento de la brotación, Bryosei facilita que la savia fluya más rápido dentro de los haces vasculares y promueve el crecimiento de hojas y tallos.
Bryosei nos va a ayudar a desinfectar y sellar las heridas provocadas tras la poda o recolección. Se trata de un producto que activa el sistema defensivo de la planta y corrige las deficiencias de cobre, manganeso y zinc gracias a su estructura en forma de complejo polímero orgánico enriquecido con nutrientes.
Su acción, por tanto, contribuye a mejorar el desarrollo de la planta y su rendimiento productivo. Lo vemos en el gráfico 1, que muestra los resultados de un ensayo realizado sobre rúcula. Las conclusiones revelan un incremento de la producción de casi el 53% respecto al control en la segunda cosecha. En este caso, se realizaron dos aplicaciones de Bryosei tras el primer corte.
Gráfico 1.- Producción de rúcula (kg/ha) tras el primer corte.
El gráfico 2 evalúa el mismo parámetro, con unas conclusiones muy parecidas a la anterior. En este caso, el incremento de la producción fue superior al 17% si lo comparamos con el control.
Gráfico 2.- Producción de rúcula (kg/ha) tras el primer corte.
Una planta más sana y mejor nutrida está en mejor disposición de encarar su desarrollo vegetativo en las condiciones óptimas y esto es, precisamente, lo que nos aporta Bryosei en este ejemplo concreto de las hortalizas de hoja.
Gracias a la acción de sellado que ejerce el producto sobre las heridas del corte, la planta no necesita destinar parte de su energía a la cicatrización y puede dedicarse enteramente a generar los procesos necesarios para continuar con su desarrollo vegetativo. El resultado lo vemos en el incremento de los rendimientos productivos (kg/ha) que alcanza la planta en los subsiguientes ciclos productivos que, en el caso de los ensayos analizados, se sitúa entre el 17 y el 53%.